Prensa Fesnojiv
Fiesta, delirio colectivo, celebración clamorosa, fueron algunos de los calificativos utilizados por los cronistas suizos para describir el desempeño de las individualidades artísticas venezolanas en sus presentaciones de años anteriores, lo que suscitó un interés superlativo al punto de que las 1840 localidades de la sala de conciertos, fueron adquiridas con casi dos meses de antelación a lo que consideraron aquí como “un exito”.
Al igual que en ocasiones precedentes, el público europeo recibió a Gustavo Dudamel como “la nueva estrella en el firmamento de la música” , y como si fuera una radiante luminaria del pop, le tributaron el homenaje de la más rendida admiración. Más de 10 minutos de ovación y el público de pie, premio la conducción del maestro venezolano.
El programa interpretado fue gratificante y ambicioso e incluyó el poema sinfónico Francesca da Rimini Op. 32 de Tchaikovsky, y la majestuosa Sinfonía Alpina de Richard Strauss. Este programa, que afrontó la juvenirl orquesta venezolana, mereció encendidos vítores de unos melómanos habituados a escuchar los sonidos más trabajados y estilizados del mundo.
“Esta es una formación orquestal de gran calibre”, expresó un experimentado profesor suizo, justificando la emotividad de la velada y la atmósfera de complacencia que se advirtió durante todo su desarrollo. La conocedora audiencia de Lucerna dio rienda suelta a su entusiasmo –y al fervor que generó la Sinfónica Simón Bolívar y su carismático director- no sin antes mostrarse silenciosamente embelesada durante la ejecución, al igual que si se encontrara frente a la exactitud de un encefalograma clínico, pero a conciencia de la salud de los protagonistas, que terminaron seduciéndolos al conjuro de su sonoridad y gracias a la milimétrica dosificación de sus alientos.
Luego de cosechar ovaciones con la Francesca da Rimini, obra en la que habita una reposada y a veces sólida vitalidad, Dudamel y sus dirigidos obsequiaron una versión de la Sinfonía Alpina de extraordinaria belleza sonora, exenta del ceremonioso amaneramiento que cultivan algunos de los directores sinfónicos más notables.
Delirio total y absoluto en una sala casi siempre ganada por la circunspección. Gran triunfo del sistema orquestal venezolano en la hermosa villa de inmensos lagos y montañas imponentes. Como bien lo indicó el Maestro Dudamel: “El que una orquesta juvenil como la nuestra sea la invitada de honor en este magno evento, representa lo mucho que hemos crecido como movimiento musical. Claro que somos un proyecto social, pero sin dudas la simbiosis entre lo artístico y nuestra responsabilidad con el colectivo nos ponen en un lugar muy importante en el mapa musical."
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