Tuesday, March 23, 2010

La Sinfónica Simón Bolívar se despidió de Lucerna bajo la dirección del genial Diego Matheuz

Fotos: SJVSB y Diego Matheuz. Teatro KKL, Festival de Lucerna, Suiza. 22-03-2010.Fotos: Nohely Oliveros. FESNOJIV
Prensa Fesnojiv
En la conclusión de sus presentaciones como orquesta residente invitada del Festival Internacional de Lucerna, este 22 de marzo la Sinfónica de la Juventud Venezolana Simón Bolívar y su director Diego Matheuz fueron ovacionados por un público regocijado, que premió una lectura vigorosa de la Sinfonía nº 10 de Dmitri Shostakóvich y se extasió en el disfrute de una de sus composiciones favoritas: el gran Concierto para violín y orquesta de Beethoven, tocado con esplendidez por el virtuoso solista alemán Kolja Blacher, con el barquisimetano Matheuz como ocupante del podio.


Integrante de una saga de músicos virtuosos, incubados en el seno de El Sistema creado hace ya 35 años por el maestro José Antonio Abreu, Diego Matheuz, con tan solo 25 años de edad, en cuyo devenir ha cultivado también la ejecución del violín, extrajo de la sinfónica venezolana un sonido brillante, extraordinariamente nítido, como supo apreciar -y valorar- el entendido público que agotó las casi dos mil localidades del Concert Hall de esta ciudad. Fue un digno y espectacular final a un cuarteto de actuaciones que jerarquizó, aún más, el consolidado prestigio de la Sinfónica de la Juventud Venezolana Simón Bolívar, conceptuada como una de las formaciones musicales más pulcras y homogéneas de América, y a la altura de las mejores del planeta. Estoy muy feliz por esta maravillosa oportunidad. Cierro este festival de la excelencia, también llamado Festival de Pascua, con la seguridad que la Bolívar realizó un trabajo impecable. Llegué a Lucerna, en la madrugada, procedente de Italia. Pero ha valido la pena el inmenso honor que ha significado dirigir en este festival, después que lo han hecho los maestros Abbado y Dudamel”, precisó Matheuz.

Convertido en una referencia excitante de la contemporaneidad, Diego Matheuz mostró ante el público suizo los argumentos que hicieron posible su debut, hace dos años, con la famosa Orquesta Mozart de Bolonia, así como las razones que lo llevaron hasta la Sinfónica romana de la Academia Santa Cecilia, en cuyo plantel sustituyó nada menos que a un director titular de la categoría de Antonio Pappano.

Las cualidades de Matheuz, advertidas por los suizos, dejaron gratísimo sabor en los paladares exquisitos, que ahora, luego del éxito alcanzado en un festival internacional de tanta envergadura, avalan la contratación del larense por la Filarmónica de Israel, cuyo estrado ocupará próximamente, al igual que el de la orquesta de Radio Netherlands. Matheuz no solamente encauzó con conocimiento a la Sinfónica Simón Bolívar en la exigente obra de Shostakóvich, sino que, además, supo y pudo dosificar el desempeño de Blacher, posibilitando a partir del podio la línea romántica, continuamente matizada, del solista. Desde todas las butacas de la espléndida sala, el soberano suizo festejó, casi siempre de pie, la madurez juvenil de uno de los talentos más prometedores de América Latina, así como la diáfana actuación de una orquesta venezolana ubicada en la cima de su consagración.

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