Foto: Mummers parade- copyright 2009
Paula Citron
La siempre inventiva compañía Toronto Masque Theatre creó una perspicaz alternativa operística comisionando la obra The Mummers’ Masque (La mascara de los mimos) al prolífico compositor y libretista canadiense Dean Burry, para la cual se inspiró en diversas tradiciones.
Burry describió los diferentes tipos de mimos en la tradición inglesa. El primero con la producción de obras folclóricas que se representaban cada fin de año, y cuyos temas incluían un héroe (normalmente St. George) y un villano que siempre moría. El héroe llamaba a un doctor para revivir al villano, y los enemigos terminaban siendo amigos. El segundo tipo, el más popular, involucraba a un grupo de artistas con raros disfraces que iban de puerta en puerta entreteniendo gente con bailables y canciones. Además, estaba la tradición irlandesa con los wrenboys, o mimos que celebraban y buscaba al wran (un malvado pajarillo) en el día de San Esteban. En su libreto, Burry mezcló todas estas tradiciones de una manera musical y dramática y creó una larga narración, con una estructura basada en la historia de St. George.
El director Derek Boyes hizo un buen trabajo manteniendo la acción en movimiento, y los cuatro solistas se presentaron con vestuarios de Erika Connor. Estos fueron, la soprano Laura Whelan, quien interpretó a St. George, la mezzo soprano Krisztina Szabo quien recreó dos villanos, al dragón y al caballero turco, el tenor John Kriter que encarnó a la princesa cebra y al doctor, y el barítono Giles Tomkins al Padre Navidad. Se incorporó además un baile con coreografía de Pierre Chartrand, y se agregó un grupo de seis jóvenes niñas que representaban a los wrenboys irlandeses y que ocasionalmente se unian a los canticos.
La música de Burry fue compuesta con agradables melodías a las que agregó ritmos medievales, airosas líneas vocales, canciones georgianas, coros, y una disonancia moderna. El director musical Larry Beckwith (al violín) guío una ensamble de seis miembros que incluyo espiritosos acentos musicales, silbatos irlandeses, gaitas, acordeón, bouzouki, dobles metales y un instrumento de percusión. Hubo mucha variedad en la música, como el bello lamento de la princesa atrapada por el dragón, un hermoso vals para los bailarines que hacían de alter ego del príncipe George y de la princesa, y una compleja versión a capela de “Green groweth the Holly” El público cantó a la par los temas mas que formaban parte del libreto.
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