Ingrid Haas
Se presentó en el Teatro del Palacio de Bellas Artes, la hermosa ópera de Gaetano Donizetti “La Hija del Regimiento” bajo la dirección orquestal del maestro José Areán y la dirección escénica a cargo de César Piña. En la función del día 26 de junio tuvimos la oportunidad de ver a la soprano Leticia de Altamirano en el rol de Marie. Cantó con elegancia, fraseo limpio, agudos brillantes y una clara dicción en francés. Supo imprimirle la melancolía necesaria a su aria “Il faut partir” e inyectarle vivacidad a “Chacun le sait” y a “Salut a la France!”. A diferencia de como se acostumbra actuar este rol, de Altamirano dejó a un lado la caracterización de la soldadera hiperactiva y pendenciera y actuó el papel dándole ciertos toques de ternura, con un poco de picardía pero sin exagerar el lado “masculino” del personaje. Su actuación fue aclamada por el público con una larga ovación al final de la función. El tenor español Antonio Gandia hizo gala de la técnica que le heredó su maestro Alfredo Kraus y cantó el rol de Tonio con agudos seguros, buen fraseo y pasión. Sostuvo muy bien el último Do sobre agudo del aria “Ah mes amis… Pour mon ame” e incluyó un Re sobre agudo en su segunda aria “Pour me rapprocher Marie”. También se acopló bellamente con la voz de Altamirano en el dueto entre Tonio y Marie. El público agradeció su entrega otorgándole también una calurosa y fuerte ovación después de sus dos arias y al final de la velada. Armando Gama fue un excelente Sulpicio, cantando y actuando su papel con la experiencia y calidad que lo caracterizan. María Luisa Tamez lució su registro grave en el rol de la Marquesa de Berkensfield. El barítono Octavio Moreno cantó el rol de Hortensius y el bajo Sergio Ovando fue un buen Caporal. El tenor Juan Carlos López fue el campesino. José Areán dirigió bien la Orquesta del Teatro de Bellas Artes, corrigiendo ya para esta funciona algunos tropiezos de coordinación entre la orquesta y el coro que había tenido en las otras funciones. El Coro cantó con su acostumbrado sonido claro y redondo, animándose incluso a bailar durante “Allons, plus d’alarmes!”. La puesta en escena de César Piña sigue teniendo sus aciertos y desaciertos pero funciona, en general, gracias a que la ópera es de carácter ligero. Solo esperamos que en la próxima reposición de esta ópera usen copas y tarros de utilería y no las que sacaron de cartón. El público reconoció la calidad de los cantantes dándoles una merecida y estruendosa ovación al final de la ópera con un foro lleno al 95% de su capacidad. Esperamos ver más seguido óperas de Bellini, Rossini y Donizetti dentro de las futuras temporadas de la Compañía Nacional de Ópera ya que se adecuan más al estilo de voces que tenemos en nuestro país.
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