Fotos: Genitti / Teatro Argentina de la Plata
Dr. Alberto Leal
IL VIAGGIO A REIMS De Gioacchino Rossini Teatro Argentino de La Plata – 17/07/11. REPARTO: Corina: Paula Almenares, Melibea: Nidia Palacios, Condesa de Folleville: Marisú Pavón ,Sra. Cortese: Victoria Gaeta, Caballero Belfiore: Francisco Brito, Conde de Libenskof: Alessandro Luciano, Barón Trombonok: Luis Gaeta, Lord Sydney: Luciano Miotto, Don Profundo: Ricardo Seguel, Do Alvaro: Leonardo Estevez, Don Prudenzo: Nicolás Zechi, Don Luigino: Santiago Ballerini, Delia: María del Rocío Giordano, Maddalena: Lídice Robinson, Modestina: Andrea Maragno Risoleo, Cefirino: Francisco Bugallo Antonio: Ricardo Crampton, Gelsomino: Maximiliano Agatiello. Director de Orquesta: Sergio Monterisi Director de escena original: Emilio Sagi, Repositora: Elisabetta Courir, Escenografía: Daniel Blanco, Vestuario: Pepa Ojanguren. Iluminación: Rubén Conde. Orquesta Estable
Estrenada en 1825 como parte de la celebración por la coronación del Rey X de Francia, solo tuvo cuatro representaciones en su momento, ya que Rossini no pensaba en volver a usarla. El hecho que la mayoría de su música fuera más tarde usada por el maestro para “Le Conte Ory”, demuestra la intención del mismo. Las partes perdidas del manuscrito fueron encontradas en 1977 y luego de reensamblarlas fue representada nuevamente en 1984 en el Festival de Pésaro. A partir de allí se ha podido ver en distintas versiones de muchos de los principales teatros del mundo. La obra en si es un gran divertimento donde la música y el ensamble de los 18 solistas juega un papel preponderante, más allá de lo banal de la trama. No presenta fisuras musicales y se puede ver con gusto, sobre todo en una versión como la presentada por el Teatro Argentino.
Del principio se puede notar que mucho se ha ensayado, y tanto en escenas solistas como de grupo, todo funciona con notable precisión. La puesta original del Maestro Emilio Sagi, creada para el Festival de Pésaro del 2001, aquí repuesta por Elisabetta Courir, deja de lado época y lugar, creando una puesta ágil, simple y vistosa, donde los cantantes pueden moverse sin problema alguno, que no afecta en nada el espíritu original concebido por el compositor. El vestuario de Pepa Ojanguren complementa perfectamente la idea del Director de escena. El Maestro Sergio Monterisi dirigió la Orquesta Estable con conocimiento de estilo y la misma sonó en forma impecable. Tal vez unos tiempos menos lentos hubieran favorecido la versión como un todo. El gran grupo de solistas rindió con gran corrección, con algunos casos netamente destacables. Paula Almerares cantó la parte de Corina con sus habituales cualidades, bello timbre, impecable afinación, excelente línea de canto, resolviendo sin sobresaltos la parte aguda. Y fue correcta como actriz. Otro acierto a los que nos tiene acostumbrados la soprano platense. El barítono Ricardo Seguel logró una auténtica creación de su Don Profundo. Cantó con gran calidad vocal y actoral su difícil aria y se movió como pez en el agua en el resto de la opera, ganándose de mayor ovación de la noche. Creo que sería más que interesante poderlo apreciar en otros roles. Luis Gaeta, convertido casi en un Maestro de Ceremonias, volvió a lucir su impecable línea, su buena voz, que parece no sufrir el paso del tiempo, y sus más que reconocidas dotes de actor. Sin dudas un cantante irremplazable para ciertos roles.
Del principio se puede notar que mucho se ha ensayado, y tanto en escenas solistas como de grupo, todo funciona con notable precisión. La puesta original del Maestro Emilio Sagi, creada para el Festival de Pésaro del 2001, aquí repuesta por Elisabetta Courir, deja de lado época y lugar, creando una puesta ágil, simple y vistosa, donde los cantantes pueden moverse sin problema alguno, que no afecta en nada el espíritu original concebido por el compositor. El vestuario de Pepa Ojanguren complementa perfectamente la idea del Director de escena. El Maestro Sergio Monterisi dirigió la Orquesta Estable con conocimiento de estilo y la misma sonó en forma impecable. Tal vez unos tiempos menos lentos hubieran favorecido la versión como un todo. El gran grupo de solistas rindió con gran corrección, con algunos casos netamente destacables. Paula Almerares cantó la parte de Corina con sus habituales cualidades, bello timbre, impecable afinación, excelente línea de canto, resolviendo sin sobresaltos la parte aguda. Y fue correcta como actriz. Otro acierto a los que nos tiene acostumbrados la soprano platense. El barítono Ricardo Seguel logró una auténtica creación de su Don Profundo. Cantó con gran calidad vocal y actoral su difícil aria y se movió como pez en el agua en el resto de la opera, ganándose de mayor ovación de la noche. Creo que sería más que interesante poderlo apreciar en otros roles. Luis Gaeta, convertido casi en un Maestro de Ceremonias, volvió a lucir su impecable línea, su buena voz, que parece no sufrir el paso del tiempo, y sus más que reconocidas dotes de actor. Sin dudas un cantante irremplazable para ciertos roles.
Nidia Palacios, a pesar de algunos problemas con el volumen, cantó con impecable estilo, inmejorables coloraturas y lució su espléndida elegancia en el segundo acto. Marisú Pavón fue una real sorpresa, cantando en estilo, total libertad técnica y mostrando sus innegables dotes de actriz. Luciano Miotto es otro artista para destacar, cantó con buena voz y excelente línea y fue más que correcto como actor. Del resto del más que numeroso elenco es de destacar el adelanto mostrado por Victoria Gaeta, tanto vocal como escénico, la voz cada vez más importante de Ricardo Crampton, que pide a los gritos papeles de mayor lucimiento, y para tener en cuenta en un futuro cercano Santiago Ballerini, notable en su breve intervención. Tal vez lo menos positivo del elenco fue el tenor Alessandro Luciano, aunque sin dejar de reconocer lo difícil de su parte. Un punto más arriba Francisco Brito, que tampoco logró convencerme en lo vocal pero si como actor. Pero lo que debemos apreciar aquí es el gran trabajo de equipo, sin entradas en falso, todo funcionando a tiempo, un verdadero mecanismo de relojería. Sin las pretensiones de otros títulos de Rossini, la frescura y belleza de la música, las hermosas partes cantadas y calidad de la realización, justifican de sobra el hecho de esta puesta y solo queda felicitar a todo el elenco y al Teatro Argentino por un trabajo sin dudas para recordar.
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