Fotos: Jaime Villanueva
Alicia Perris
Candide, opereta en español en dos actos de Leonard Bernstein (1918-1990) sobre una novela de François Marie Arouet (1694-1798), más conocido como Voltaire, adaptado por Hugh Wheeler. Director de escena y producción: Paco Mir. Director musical: Manuel Coves. Director del Coro: Félix Redondo. Coréografo: Francesc Abós. Reparto: Narrador/Pangloss: Jordi Bosch. Candide: Antoni Comas. Cunegunda: María Rey-Joly. Anciana/ Baronesa: Eva Diago. Paquette: Anna Mateo. Maximilien: Axier Sánchez. Barón, juez, arzobispo, español, Vanderdendur, gobernador: Juanma Cifuentes. Pangloss suplente, oficial, mendigo, inquisidor, judío, español, padre Bernard, recaudador: Xavier Ribera-Vall. Capitán, Martín, Crook y el hombre “pajaritos”: César San Martín. Joven Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid (JORCAM). 29 de julio de 2011.
Candide ou l´optimisme fue una obra portentosa ya en el siglo XVIII, cuando la escribió Voltaire, su autor, para poner en cuestión las teorías filosóficas de Leibniz, ese halo de confianza pese a todo, ese intento de mirar con buenos ojos hasta lo imposible y desastroso, lo abyecto y vil, lo malvado, que en nuestros días y por estos lares recibió el poco apropiado apelativo de “Buenismo”. Tanto desconfió Voltaire de que la obra fuese bien recibida y tantos problemas tuvo el filósofo de las Luces en su tiempo con su vida y producción, que firmó la novela con el seudónimo de “Monsieur le Docteur Ralph”. En la Alliance Française de Buenos Aires, cuando estudiábamos con ahínco una lengua que ahora se bate en retirada, ¡ah, pero qué gloriosa retirada, que historia y qué trayectoria!, Candide formaba parte de la literatura al uso, ésa que se leía con placer y se preguntaba invariablemente en los exámenes: en la capital argentina por entonces, éramos hijos irrefutables de la Enciclopedia y sus filósofos. Aunque ya empezábamos a darnos cuenta de que no vivíamos “en el mejor de los mundos posibles “y que no “tout est au mieux” y sobre todo de que había cosas que se podían mejorar.
En aquellos tiempos el personaje de Voltaire y su preceptor, el Doctor Pangloss nos fascinaban a todos, como Cunegunda, la dudosa pretendiente y novia ideal. Ahora desfilan todos por el Teatro Auditorio de San Lorenzo de El Escorial en una puesta con un trabajo actoral y un despliegue escénico que resultan poco frecuentes de ver. La obra resulta una maravilla de esfuerzo, de delicadeza y dedicación teatral, con unos cantantes que son también grandes actores y actrices, porque además de ser talentosos están bien dirigidos y la supervisión artística sabe con claridad a qué puerto quiere llegar con cada gesto, con cada voz y cada escena. La partitura de Leonard Bernstein, el que fuera uno de los más internacionales directores de la Filarmónica de Nueva York , conocido por sus Conciertos para jóvenes en la televisión de los años 60, autor también de West Side Story y Un día en Nueva York, es ágil, refrescante y hace una buena pareja con el texto, satírico, pícaro y concluyente: visto lo visto y ante tanto desatino existencial, el hombre debe ocuparse de su propio destino (“il faut cultiver notre jardin”), o como dijeron en la versión del Escorial: “hay que trabajar”. Candide fue condenada en Ginebra por su lucidez, cómo no y su combate indesmayable contra la intolerancia, el fanatismo religioso y la falta de entendimiento de la razón a favor del uso y abuso de la fuerza bruta, la guerra y la violencia. Puro siglo XVIII. La orquesta y coro de jóvenes suena fenomenal, ajustada, con motivación, encendida. Son puro entusiasmo. La propuesta de Paco Mir rezuma teatro por los cuatros costados, sin caer en la pedantería ni en la falta de acercamiento a un público variado, como el que llena la sala en época estival, a mitad de camino entre las piscinas y los cursos de verano de la Universidad. Muy bien Jordi Bosch en Pangloss, Antoni Comas redondea un Candide omnipresente y exigido en lo vocal y actoral. La novia eterna del protagonista tiene en María Rey-Joly una cantante excelente, bella, con una técnica vocal cuidada y sugerente y dando siempre lo mejor de sí misma en una ópera larga y compleja a pesar de las apariencias de supuesta frivolidad. Es deliciosa, como Anna Mateo en Paquette. Segura y contundente, creativa, Eva Diago como la anciana. Muy convincente y lleno de recursos Juanma Cifuentes. Muy bien también Xavier Ribera-Vall en sus múltiples papeles e igual César San Martín. El público, que llenaba el teatro y que en ocasiones hizo dos horas de carretera, ida y vuelta a Madrid para disfrutar del espectáculo, aplaudió entusiasmado y ésta tal vez sea la mejor prueba de que, en este caso sí, “las cosas bien hechas bien parecen”.
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