Renzo Bellardone
Teatro Lauro Rossi 24 luglio - ore 21.00. Così fan tutte. Musica de Wolfgang Amadeus Mozart. Libretto de Lorenzo da Ponte. Director musical: Riccardo Frizza. Dirección escenica, producción y vestuarios: Pier Luigi Pizzi. Iluminación: Vincenzo Raponi. Grupo en escena: Banda "Salvadei" Orquesta: Fondazione Orchestra Regionale delle Marche. Coro: Coro Lirico Marchigiano "V. Bellini" Maestro del Coro: David Crescenzi. Fiordiligi: Carmela Remigio Dorabella: Ketevan Kemoklidze. Guglielmo: Andreas Wolf. Ferrando: Juan Francisco Gatell
Despina Giacinta Nicotra. Don Alfonso: Andrea Concetti.
Construido en 1772 el Teatro Lauro Rossi de Macerata –un verdadero y precioso cofre- albergó en esta velada una joya de la opera mundial, la casi coetánea y mozarteana opera ‘Così fan tutte’ en una de las más bellas, y seguramente las más animada y refinada producción escénica vista. Viriles y camaradas o femeniles y cómplices, burlones y brillantes bromas, todo ello tomo vida en un espacio luminoso, en una hermosa residencia junto al mar, sobre unas rocas y una barca de remos sobre la arena. El “amado” blanco de Pizzi resaltó en los muros de la casa, en las persianas, en las tiendas de playa, sobre la escalera que llevaba a la playa, en el jardín de la terraza; y fue interrumpido únicamente por el verde de los limoneros y por el amarillo de algunas frutas. El único elemento de definición fueron las esenciales rejas de fierro. Si el elemento escenográfico fue la luminosidad el artístico fue indudablemente el movimiento ya que se realizaron precipitadas corridas por las escaleras, ejercicios y flexiones, caídas y gestualidades del teatro de prosa, todo al límite de lo acrobático. Los sujetos participantes en esta puesta en escena demostraron una bravura poco común, pero sobre todo se manifestó la sensibilidad de investigador de Pizzi, que con el tiempo encuentra aún más llaves de lectura. Con esta dirección escénica, Pizzi dio un cambio al teatro de tradición innovándolo, pero no con una re visitación forzada como en ocasiones se ve, si no con la simplicidad de lo esencial y de lo actoral. El telón, de una casi impalpable y ligeramente transparente tela blanca, fue teatralmente bajada por Andrea Concetti, que encarnando el personaje de Don Alfonso, y apareció por el ángulo izquierdo del escenario desde la obertura, y casi como en una novela de la comedia de arte, inició a dialogar con mímica con la orquesta y con el público.
El bajo hizo gestos y se vio despreocupado sin ser nunca un vejete; y su voz estuvo adaptada el papel con timbre pulido y profundo y de claro fraseo con el que dio al personaje una llave de insólita lectura que se proclamó en el ‘…cosi fan tutte..’ El toque de dirección del paraguas rojo llevado por Concetti, coadyuvó a entrar en el espíritu burlesco de un Don Alfonso, más sosegado que diabólico. Las luces diseñadas por Vincenzo Raponi pasaron de la transparencia del brillante blanco, al desvanecido y luminoso azul y ofuscado, que envolvió en uno mismo a la platea con el escenario. La luz fue una protagonista junto con las voces. La Dorabella de la chispeante Ketevan Kemoklidze tuvo un timbre pleno y redondo, siempre insinuante que no desilusionó aun en la parte más alta de la línea musical, y fue tan convincente como amante fiel, como cuando velozmente mutó hacia el objeto de sus más íntimos deseos en ‘Smanie implacabili..’ o cuando cantó con suave y espiritosa voz ‘..E’ amore un ladroncello..’ El personaje de Fiordiligi le fue confiado a una indiscutible Carmela Remigio, de presencia escénica, timbre cristalino, vivaz lirismo, que divirtió y apasionó pintando en el aire con colores definidos y brillantes, los variados momentos de ecléctica expresividad. Al final, resulta muy fácil hablar de brillantez cristalina y de arcoíris acuarela entre una sonrisa y un capricho. Alternativamente con vestidos blancos que significan “pureza y amor” y en rígido negro de “duelo y desesperación” y juegos vocales entre notas altos y bajas, las dos intérpretes regalaron gratos momentos de interpretación, sin desdeñar suspiros, estupores y alegres divertissements. La Orchestra regionale delle Marche fue dirigida por Riccardo Frizza quien con un paso equilibrado puso atención en el foso, del que supo recabar toda el brío de la partitura haciendo resaltar la italianidad del libreto a través del cuidado del escenario.
La reducida cantidad de los miembros del grupo encontró momentos de gran belleza aun en los concertantes y en los recitativos, que fueron acompañados por el clavecín y el violonchelo. El coro preparado por David Cresenzi fue colocado en el fondo de las plateas materializando el sonido de las “voces fuera del campo” en ‘Bella vita militar…’. Los dos personajes de los amantes fueron confiados a los jóvenes y atléticos Andreas Wolf, el barítono que dio voz a Guglielmo y por el tenor argentino Juan Francisco Gatell quien interpretó a Ferrando. También para ellos, el canto mozarteano fue más inaccesible de lo que pudiera parecer escuchándolo de una manera superficial. Además, ambos comenzaron a cantar después de hacer un buen número de movimientos y contorsiones en el suelo y de dar brincos atléticos entre las rocas. Gatell es definido por derecho, como uno de los mejores intérpretes en el panorama de los tenores jóvenes. Preciso y límpido en su canto, emitió con agraciada agilidad. Wolf posee los dotes vocales de un bajo profundo que le permiten aspirar a roles de más fuerza y tenebrosa pasión, sin embargo, supo modular acercándose a una vocalidad de barítono ligero, como lo hizo con en este papel. Ambos cautivantes y bien compenetrados con sus papeles, jugaron con movimientos y con la voz en una carrera en la que ambos resultaron a la par de vencedores. Naturaleza y espontaneidad, sinergias activas y un serio trabajo de construcción fueron las características de los intérpretes. Cultura teatral y refinado gusto es lo que distinguió a la producción de Pier Luigi Pizzi, quien continúa en la búsqueda de la percepción y la sensibilidad sin sombras, unido también a la genial y pura arquitectura de este ‘Cosi fan tutte’ que inevitablemente permanecerá en las mentes. ¡La Música vence siempre!
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