Ramón Jacques
Tradicionalmente han sido muy pocos los teatros de ópera estadounidenses
que se interesan en programar musicales como parte de sus temporadas. Existe
una línea muy tenue que divide este género -el musical- y la ópera lirica, que en
esencia se asemejan en que ambos requieren de competentes cantantes, buenas escenografías
y vestuarios, actuación, orquesta y coro- aunque tradicionalmente la visión siempre
fueran otros los que se encargaran de los musicales. La Gran Opera de Houston es uno de los teatros
de ópera importantes – en una lista a la que se ha agregado la Lyric Opera de
Chicago- que recurrentemente programan obras de la “lirica americana” si se
permite el termino, y es precisamente con el célebre The Sound of Music con
música de Richard Rogers y letras de Oscar Hammerstein II la obra que el teatro
texano eligió para concluir sus actividades de esta temporada. La
administración de la compañía ha tenido a lo largo de su historia la misión de encargar
y estrenar al menos una ópera por año, especialmente de compositores estadounidenses
- aunque esa lista incluye dos óperas en español de Daniel Catán-; así como el
compromiso de representar títulos de compositores estadounidenses, aunque no
hayan sido comisionados por el teatro.
Dentro de este ultimo rubro entran los musicales, como parte de una estrecha
relación que el teatro bautizó como “Broadway en la Houston Grand Opera” y que
el teatro quiso evidenciar, montando en el vestíbulo y los pasillos del teatro,
una exposición muy completa y detallada que contenía: interesantes documentos, programas
de mano, partituras, vestuarios etc sobre los musicales que aquí se han
presentado, a propósito del estreno en este escenario de The Sound of Music. Fue precisamente la Ópera de Houston quien
hizo que muchos teatros de ópera estadounidenses voltearan hacia los musicales,
y el detonador ocurrió en 1982 con la Show Boat (1927) de Jerome Kern y Oscar
Hammerstein II, cuya producción originada en el teatro de Houston tuvo tanto
tan éxito, que fue llevada de gira por diversas ciudades y teatros de Estados
Unidos y del extranjero, además de un exitoso periodo en Broadway. Este
espectáculo ayudó a establecer el teatro musical clásico como una forma de arte
indiscutiblemente americana que se ganó con justicia su lugar en los teatros de
ópera. Entre los títulos de los musicales que se han visto en este recinto,
algunos en más de una ocasión, se pueden mencionar: Porgy and Bess de George
Gershwin, Hello, ¡Dolly! de Jerry Hermann, Sweeney Todd de Stephen Sondheim, Carousel
de Richard Rogers y Oscar Hammerstein II, My Fair Lady de Frederick Loewe, A
Little Night Music de Stephen Sondeheim y West Side Story con música de Leonard
Bernstein y Stephen Sondheim, que ya forma parte de la temporada del próximo
año, entre otros titulos. The Sound of
Music tuvo su estreno en Broadway en noviembre de 1959, y esta basada en las
memorias de Maria von Trapp (The Story of the Trapp Family Singers) de 1949.
Situada en Austria en 1938, Maria Reiner, el personaje principal, se convierte en
la institutriz de una extensa familia con niños, mientras decide entrar a un
convento, termina enamorándose y casándose con el Capitan von Trapp, el padre
de familia viudos, para terminar, huyendo de Austria antes del Anschluss – la
anexión de Austria por parte de Alemania. Apegándose a los ambientes descritos por la historia:
como los bosques y montañas nevadas, visibles en enormes pinturas en el telón colocado
al fondo del escenario, un convento, el opulento salón y la recamara de una
casa; fue lo que inspiró a Peter J. Davison, diseñador de las
escenografías, a Francesca Zambello, la directora de escena, y
vestuarios de época de Aleš Valášek; para crear y ofrecer un espectáculo
visualmente estético, sugestivo y de buen gusto en su elaboración. La
producción escénica, coproducida entre el teatro de Houston y el Festival de
Glimmerglass de Nueva York, del que Zambello es directora artística, tuvo
estreno en el verano del 2022. La orquesta y el coro del teatro tuvieron su
aporte para crear ese ambiente mágico y alegre, tocando los pasajes musicales
conocidos con los redondearon un valioso espectáculo, ambos fueron dirigidos por
la entusiasta conducción del maestro Richard Bado, con una carrera de
cuarenta años con la compañía en el que ha ocupado diversas posiciones, como la
preparación y dirección del coro. El
extenso elenco fue encabezado por la mezzosoprano Isabel Leonard, quien
no escatimó recursos en lo vocal ni en su actuación para personificar una
afable y afectuosa Maria Rainer, cantando con claridad, buena dicción, pasión y
sentimiento. Sobresalieron también el barítono Alexander Birch Elliott
como el Capitan Georg von Trapp, la soprano Katie Van Kooten como la
madre superiora, la soprano Tori Tedeschi Adams como Liesl, el barítono
Daniel Belcher como Max Detweiler, la mezzosoprano Megan Marino en el papel de
Elsa Schraeder, y el resto de los cantantes y los niños que interpretaron bien
a cada uno de sus personajes. Las nueve
funciones que se programaron estuvieron repletas de público que aplaudió
efusivamente y gozó el escuchar piezas conocidas como: Edelweiss, Climb Ev’ry
Mountain, My Favorite Things, y obviamente The Sound of Music, entre otras
piezas conocidas de la singular obra musical.
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