Fotos: Teatro Colon de Buenos Aires
Dr. Alberto Leal
"La viuda alegre", opereta en tres actos. Libro: Víctor Léon y Leo Stein. Música: Franz Lehár. Elenco: Solveig Kringelborn, Matthias Hausmann, Lyuba Petrova, Benjamin Bruns, Reinhard Dorn, Norberto Marcos, Carlos Ullán, Gustavo Zahnstecher, Ernesto Bauer, Natalia Lemercier. Alejandro Meerapfel, Oriana Favaro, Rosemarie Klingenhagen, Marisú Pavón, Leonardo Estévez, Ariel Ramos. Iluminación: Roberto Traferri, Vestuario: Mini Zuccheri, Escenografía: Michael Yeargan, Coreografía: Rodolfo Lastra, Régie: Candace Evans, Ballet Lidia SegniCoro Peter Burian. Orquesta Estables del Teatro Colón Gregor Bühl
Franz Lehár, austriaco de nacimiento pero de ascendencia húngara, produjo 19 obras, siendo “La Viuda Alegre” su quinta composición y la que sin duda logró trascender hasta el presente como modelo en su género. Luego de padecer durante años versiones en español, que desnaturaliza la obra y no dejan de filtrar un sabor a zarzuela, es de celebrar que el Teatro Colón brindará la versión original en alemán, ganando la obra considerablemente, como lo hizo Juventus Lyrica años atrás. Siempre he creído que para cierre de una temporada, y en época estival, una obra más leve, argumental y musicalmente, es lo más adecuado y el público que concurrió el domingo pasado, en su mayoría turistas o gente no habitué del Colón, celebraron esta función. Con una puesta "art nouveau" de singular belleza creada por estadounidense Michael Yeargan en el 2001, un magnífico vestuario de Mini Zuccheri , siempre elegante y en estilo, y una excelente iluminación de Roberto Traferri, la parte visual fue un regalo para la vista. Desgraciadamente no tuvimos la misma suerte en la parte musical y vocal.
El maestro Gregor Bühl brindó una versión de trazos gruesos, tiempos acertados pero carente de sutilezas, que la partitura reclama, y con poco cuidado en la relación foso escenario. Seguramente un Director más relacionado con el género hubiera sacado mucho más partido de la misma. El Coro realizó una buena tarea, dentro del marco musical explicitado, mostrándose por momentos un poco estático, problema atribuible a la Reggie de Candace Evans. Ella supo mover con sentido a los solistas, ayudada en la mayoría de los casos por el buen sentido actoral de los mismos. Hubo buenos desplazamientos y algunos “gags” que fueron festejados. Por momentos el Coro permaneció totalmente estático no favoreciendo a la puesta como un todo. Rodolfo Lastra ideó una muy buena coreografía que fue ejecutada con brillantez por el Ballet estable, tanto en las primeras escenas como en el explosivo Can- Can. Un muy buen trabajo. Solveig Kringelborn, quien posee una muy buena figura y se mueve bien como actriz, está lejos de sus buenos tiempos vocales. Su cantó sonó desparejo, con un centro casi inaudible, agudos destemplados y un persistente vibrato en toda su extensión. Después de un año donde se repitieron muchos errores de casting me sigo preguntándome como el Teatro Colón hace las contrataciones…Creo que en nuestro medio varias sopranos pueden hacer un más decoroso papel del rol e internacionalmente cientos. Por lo menos un misterio…sin indagar más…Lyuba Petrova, a quien ya habíamos apreciado como una correcta Pamina, se mostró más cómoda en Valencienne. Cantó con seguridad, buena afinación, aunque su volumen parece no ser el más indicado para una sala como la del Teatro Colón, moviéndose bien como actriz. Matthias Hausmann, como Danilo, fue sin dudas el elemento más positivo del elenco. Posee una importante voz de barítono lírico, canta con buena técnica, preciso estilo y es un muy buen actor. Redondeó un trabajo ponderable y lo mejor desde el punto de vista vocal, ayudado además por su buena presencia escénica. Otro punto positivo de la representación fue el tenor Benjamin Bruns (Camille de Rosillon), poseedor de una buena voz de tenor lírico-ligero, considerable volumen y un canto libre, en estilo y excelente fraseo. Reinhard Dorn, (Barón Mirko Zeta), un bajo de larga trayectoria, cantó en buena forma y realizó una lograda composición del personaje. Del amplio elenco cabe destacar a Gustavo Zahnstecher, acertadísimo Njegus, mostrando un gran despliegue actoral. El resto del elenco local cumplió con corrección, adaptándose muy bien a un estilo al que no están acostumbrados. Marisú Pavón (Zozó), muy desenvuelta pero en una parte tal vez algo grave para su registro, Alejandro Meerapfel (Kromow), Norberto Marcos (Vizconde Cascada), Leonardo Estévez (Pritschitsch), Ernesto Bauer (Bogdanowitsch), Carlos Ullán (Raoul de St. Brioche) y Rosemarie Klingenhagen (Praskowia) entre otros. Una versión de “La Viuda Alegre” que no quedará en los anales del Colón, la Opera es básicamente canto y música y una muy buena versión visual no puede compensar otras falencias. Pero Lehár se presta para pasar un rato agradable y tratar de pensar poco en la muy cuestionada próxima temporada.