Tuesday, January 30, 2024

Mesías de Handel en Washington D.C

 

Foto: Scott Suchman

Ramón Jacques

Georg Friedrich Händel (1685-1759) compuso su oratorio en lengua inglesa El Mesías, HWV (Messiah) en 1741, que fue escuchado por primera vez en Dublín el 13 de abril de 1742 y apenas un año después en Londres. A pesar de sus 284 años de existencia, es la obra de música antigua que se programa con regularidad como parte del repertorio y las temporadas de las orquestas sinfónicas, curiosamente no tanto por las agrupaciones especializadas en la ejecución de música barroca quienes la ejecutan muy poco, especialmente en festivales.  El texto de la obra fue realizado por Charles Jennens (1700-1773) quien además de ser mecenas de las artes, fue un frecuente colaborador de Handel en la elaboración de los libretos de diversos de sus oratorios.  Las fuentes que utilizó para la realización del libreto provienen de la biblia del rey Jacobo (King James Bible) y del salterio de la biblia Coverdale (Coverdale Salter) y aunque su contenido parecería más apto para la época de la cuaresma, la ejecución del Mesías, especialmente por parte de las orquestas sinfónicas estadounidenses, se ha convertido en una tradición de las fechas decembrinas cercanas a la navidad.  Una de las orquestas más importantes del país por su alto nivel, pero que sin embargo no cuenta con el reconocimiento que debería, es la National Symphony Orchestra, cuya sede es la sala de conciertos del Kennedy Center de Washington D.C.  La ejecución de este concierto dejo tan grata impresión y sensaciones que la considero como la mejor versión que he escuchado del conocido oratorio de Handel. El éxito provino principalmente de haberle encargado la conducción a la directora francesa Laurence Equilbey, profunda conocedora del repertorio coral y del repertorio de música antigua, por algo su coro Accentus es considerado uno de los mejores, al igual que su orquesta Insula. Aquí Equilbey ofreció una versión distinta a lo que normalmente se acostumbra escuchar con las orquestas sinfónicas, quienes solo incorporan un par de instrumentos, y no buscan apegarse a encontrar un sonido históricamente más informado.  La formación de Equilbey redujo la cantidad de músicos, particularmente los violines, sobre el escenario, a la que incorporó un sólido y variado bajo continuo con clavecín y órgano, sin faltar los metales, con la idea de crear una sensación más íntima, dinámica y ligera al sonido que emanó de la orquesta.  Se notó la dedicación y atención que la directora prestó al coro: University of Maryland Concert Choir, cuyo director es Jason Max Ferdinand; el coro profesional que habitualmente acompaña a la orquesta; y cuyo detallado trabajo lo colocó como un sobresaliente actor en cada una de sus vibrantes intervenciones.  No se puede dejar de mencionar la emocionante ejecución que este coro regaló del famoso ¡Hallelujah! (Aleluya) que como todas las ocasiones que se escucha en los conciertos de la obra en este país se hace con todo el público de pie, algo que aquí pareció más como a una expresión o plegaria de esperanza ante los retos que plantea esta vida, seguida de una tumultuosa explosión de júbilo. Los gestos y movimientos de dirección de Equilbey parecerían más apegados a los de un director coral, que en realidad lo es, pero mosteó adhesión y profundo conocimiento de la obra, que tan solo en el mes de diciembre dirigió una docena de veces por diversas latitudes, hizo que encontrara el balance adecuado y preciso entre todas las fuerzas artísticas a su cargo.  Su énfasis y detallado enfoque en la expresión del texto y la palabra cantada fue otra de las cualidades que la directora marcó sobre esta ejecución, y los músicos entendieron y respondieron de manera brillante y la tersura que se requiere de las cuerdas, el bajo continuo, y de los metales como la trompeta, en el aria para el bajo “The trumpet shall sound”   El elenco de solistas tuvo un buen desempeño destacando a la soprano Robin Johannsen, reconocida especialista en el canto barroco, quien cantó con dulzura, brillantez, buena coloración y emisión, en cada una de sus intervenciones que contienen las arias más handelianamente operísticas de todo el oratorio, si se permite el calificativo, como: “Rejoice, greatly”  y “I know that my Redeemer liveth” o el aria “How beautiful are the feet” en su versión original de 1741, rara vez escuchada que incluye la parte “Their sound gone out”   El contratenor Christopher Lowrey, también con una carrera enfocada en el mundo de la música antigua, mostró buenas cualidades vocales, su voz sonó fluida y muy ornamentada, a pesar de cierta estridencia que se notó en las notas más agudas de su registro.  Adecuado también estuvo el tenor Aaron Sheehan, muy adaptado a las condiciones y al estilo de canto, con un timbre colorido, placentero y musical. Finalmente, el barítono Jonathon Adams delineó sus notas con cierta velocidad y un sonido cavernoso que por momentos pareció cantar fuera de estilo y ritmo.  La National Symphony Orchestra, cuyo titular es actualmente el maestro Gianandrea Noseda, también director musical de la Ópera de Zúrich, cuenta con una interesante agenda dentro de la actual temporada, que la llevará de gira por diversos países de Europa con presentaciones en importantes escenarios como el Teatro alla Scala de Milán, la Philarmonie de Berlín, entre otros, además de la ejecución en su sede en Washington DC de la ópera Otello de Verdi, en versión de concierto.

Thursday, January 25, 2024

Anna Bolena en Trieste

Fotos: Fabio Parenzan / Teatro Verdi di Trieste

Rossana Poletti 

En Anna Bolena de Gaetano Donizetti, en el escenario del Teatro Lirico Giuseppe Verdi de Trieste, destacó la calidad del reparto. Un grupo de cantantes extraordinarios, que contribuyen significativamente al éxito de la función. Con la excepción de una pequeña incertidumbre, casi imperceptible, en el primer acto, la actuación de las dos mujeres Salomé Jicia (Anna Bolena) y Laura Verrecchia (Jane Seymour) fue excelente para representar los sentimientos, dudas y sentimientos de culpa que la trágica historia impone. El libreto de Felice Romani transmite la ambigüedad de las elecciones que ambas hacen, Bolena se casó con el rey sin amor por el deseo de reinar, y Seymour traicionó a la reina por el mismo deseo. Ambas marcadas por un destino que Enrique VIII destinó a todas sus esposas. El espectador lo sabe y este pensamiento no puede dejar de condicionar lo que se escucha. Salomé Jicia sobresalió en el final cuando la locura se había apoderado de ella debido a la incipiente sentencia de muerte y mientras a su alrededor reinaba el estruendo de la celebración de la boda del rey con Seymour entona «... Cielo: a miei lunghi spasimi concedi alfin riposo e questi estremi palpiti sian di speranza almen ...» infundiendo al aire el drama escénico que el momento requiere. El bajo Riccardo Fassi superó con equilibrio la prueba del difícil papel que Enrique VIII impone a lo largo de la ópera. Las notas agudas de Percy (Marco Ciaponi) mostraron una notable agilidad vocal del tenor que hizo gala de una excelente dicción. Incluso Veta Pilipenko en el papel de Smeton en travesti logró transmitir admirablemente la ingenuidad del personaje que representaba. Nicolò Donini (Rochefort) y Andrea Schifaudo (Hervey) solo convencieron. El otro punto destacado de este estreno de Anna Bolena en Trieste fue la interpretación de la Orquesta, dirigida con rigor y precisión por el maestro Francesco Ivan Ciampa. La dirección escénica apuntó, como en la anterior producción del 2012, en los efectos visuales, en la imponente puesta en escena, y sobre los hallazgos eficaces y sobre el vestuario filológicamente estudiado. Impuso al coro una posición rígida, casi de espectador que sigue los acontecimientos con dolorosa presencia. El trono y la cama: el choque entre la ambición y el amor, entre el sexo y el poder en el que se centra el drama. El sistema escénico se basa en elementos giratorios que se superponen en forma de cruz. Un simbolismo refinado e impresionante que recorre todo el espectáculo. Hay escenas que la hacen memorable: el rey y la reina a caballo, ella en uno de plata y él en uno de oro, antes del viaje de caza al Castillo de Windsor, cuando se revela el horrible destino de la mujer. El coro vistió de negro, color que estaba destinado al clero y a los hombres importantes, porque este color pertenece al campo de la ética del comportamiento y de la representación de sí misma sobre la escena del mundo. Y esta ética a la que se refiere el coro en sus apariciones, estando consciente del mal incipiente. Los vestuarios eran suntuosos, muy ricos, copiados de la iconografía que nos ha dado la historia del rey y su corte. La puesta en escena se realizará en la Arena de Verona, igual que en 2012, con algunas mejoras técnicas en los cambios de escenario. La dirección de Graham Vick, fallecido hace un par de años, la asumió aquí Stefano Trespidi quien afirmó que: «... La teatralidad destacaría con mucha fuerza en el vestuario. ¿La época? La que está prevista en el libreto, pero interpretada en un estilo muy teatral. No se puede hacer un Enrique VIII nazi".




Thursday, January 11, 2024

Mesias de Handel en Houston

Foto: Melissa Taylor

Ramón Jacques

Compuesto en 1741, el oratorio el Mesías (Messiah, HWV 56) de Georg Friedrich Händel​ (1685-1759) es una obra tan intensa y penetrante hoy como lo fue hace más de 280 años, inspirando alegría y asombro para quienes lo escuchan por primera vez como para aquellos que regresan para escucharla año con año. En Houston se ha convertido ya en una tradicional anual de la Houston Symphony, que antes solía programarla cada dos años, pero que, ante el éxito e interés, generado entre su público, ha decidido programarla cada temporada, alrededor de las fechas festivas decembrinas. De hecho, otras importantes orquestas estadounidenses, que la consideran también una pieza fundamental de su repertorio la ofrecieron en estas fechas como la: New York Philharmonic, Philadelphia Symphony Orchestra y la National Symphony Orchestra de Washington D.C. entre muchas otras.  En Estados Unidos ha resultado ser de especial interés para el público, no solo por la carga emotiva y religiosa que contiene, si no por su texto en lengua inglesa, que la hace accesible y comprensible. En cada teatro o sala de concierto donde se ejecuta se incluir el libreto, que es leído con atención por los asistentes, y en ciertas ocasiones incluso se invita al público a cantar las partes corales.  Al ser una obra que pertenece ya al repertorio sinfónico tradicional, pocas orquestas se ocupan de ofrecer o buscar una aproximación filológica y suelen ejecutarlas con instrumentos modernos y amplios ensambles.  En esta ocasión la orquesta fue reforzada con clavecín, tiorba, bajo continuo, ya que la conducción musical estuvo a cargo Jeannette Sorrell, en su debut con esta orquesta, y que es conocida en el ambiente musical estadounidense por haber sido discípula de Leonard Bernstein, y por ser la fundadora y directora del grupo de música barroca Apollo’s Fire, que tiene su sede en la ciudad de Cleveland, y que una de las pocas agrupaciones especializadas en la en la música barroca reconocidas de este país, por su amplia discografía y por la asociación que realizara hace algunos años con el contratenor francés Philippe Jaroussky, con quien realizaron una gira de presentaciones por Europa. La conducción de Sorrell fue detallada y atenta a cada detalle, y condujo con la escrupulosidad y atención al detalle que suelen tener los directores de música antigua buscando la musicalidad y timbres adecuados, así como un balance entre los solistas, la orquesta y el coro, imprimiéndole dinamismo y ligereza al sonido que emanó de los instrumentos. La orquesta ofreció una grata sonoridad musical, en la que destacaron especialmente los metales y las trompetas.  La idea de Sorrell, buscó, según ella mismo expresó, recrear la manera como se especula, se solía escuchar la pieza con cercanía con el público, por lo que los cuatro solistas cantaron sus piezas de memoria, sin la ayuda de partituras como suele suceder, y como si se tratara de una pieza escénica actuada, y que, gracias a los movimientos y gestos de cada solista, en vez de cantar parecían contar una historia rompiendo por momentos con esa barrera que parece existir y que aleja a los solistas con la audiencia. Sorrell exploró esta novedosa y valida idea, al menos lo fue para mí como seguramente para muchos de los presentes. La idea funcionó bien en la práctica, sin embargo no hay que olvidar que de todos los oratorios handelianos, este es complejo y distinto a los demás, ya que a excepción de Israel in Egypt, cuyo texto proviene de la biblia; el Mesías, que está basado en el nuevo testamento, es el único oratorio de Händel sin una trama dramática, además de que a  lo largo de la vida del compositor se presentaba en espacios consagrados; y es por lo tanto una reflexión sobre algo sagrado, no así sobre la naturaleza dramática de su contenido. Es un oratorio conformado de extensas partes corales por lo que sus solistas, aquí se convierten en una especie de comentaristas o relatores, más que personajes de una trama o historia.  Las partes vocales lucieron de manera especial por la presencia de la soprano Amanda Forsythe, que, en mi apreciación, es quizás una de las mejores sopranos estadounidenses, que ha optado por hacer una carrera de bajo perfil, principalmente en la música antigua, y sus brillantes apariciones en escenarios operísticos, cuando las ha hecho han sido notables. Amanda posee una grata brillantez vocal, y una línea musical, que es conmovedora y apasionante. Con mucha claridad en su canto y una impecable dicción hizo que sus arias fueran los momentos más altos del concierto. El contratenor Cody Bowers, se mostró expresivo, en su entonación y fraseo; y el tenor Ed Lyon cautivó con una voz seductora, ligera, pero muy precisa.  completó el cuarteto de solistas el bajo barítono Kevin Deas, con una voz potente, algo desmedida y áspera por momentos pero que al igual que los demás interpretes ofreció una interpretación idiomática y atenta a cada palabra. El coro Houston Symphony Chorus, mostró buen nivel y momentos intensos y emotivos en cada una de sus apariciones sin dejar de mencionar el conocido ¡Aleluya! Que tanto jubilo causa entre el público. El coro se mantiene muy activo gracias que el titular de la orquesta Juraj Valčuha es especialmente afecto a la música vocal, coral y a la lírica.



Friday, January 5, 2024

Recital de Ryan Speedo Green en Austin

Foto: Austin Opera

Abigail Brambila

Un cantante a tener en cuenta es sin duda el joven bajo-barítono Ryan Speedo Green, una adición más al amplio espectro de grandes voces que surgen constantemente de los conservatorios y universidades estadounidenses, así como de los programas de jóvenes artistas como el del Metropolitan Opera o el de la Ópera de Colorado, donde se preparó concretamente este artista.  No está de más señalar algunos de sus logros, que incluyen dos premios Grammy, su paso como artista residente de la Ópera de Viena y del Metropolitan Opera de Nueva York, donde se le reconoce por formar parte de elencos de diversas óperas especialmente en: Champion y Fire Shut up my Bones, del compositor Terence Blanchard y Porgy and Bess de Gershwin, así como su incursión en el repertorio Wagneriano. Dicho lo anterior, estaban dados las condiciones para los pocos que tuvimos la oportunidad de presenciar su recital, acompañado al piano por el maestro Adam Nielsen que forma parte del ciclo titulado Opera ATX, una asociación entre la Ópera de Austin, Texas con la cadena de televisiva estadounidense (PBS por sus siglas en ingles) y que ofreció este recital en las nuevas instalaciones en esta ciudad de la cadena televisiva (Austin PBS Media Center) que por supuesto fue grabado para ser transmitido por televisión próximamente. Esta no fue la primera aparición de Speedo-Green en la capital texana, ya que en el 2021 fue parte del elenco del concierto 2021 An All Star Concert realizado bajo el mismo transmitido bajo el mismo formato, y que, según datos y estadísticas proporcionadas por la cadena de televisión, la transmisión de este concierto en al menos 50 estaciones de PBS a nivel nacional, alcanzó a más de 100 millones de televidentes. El concierto empezó puntual, y se llevó a cabo como lo que era, una grabación para la televisión, repletas de cámaras y micrófonos, con pausas y aplausos indicados. Pero más allá de todo el reconocimiento que recibió del público fue más que merecido, ya que Speedo-Green es un artista de fuerte personalidad, que sabe pararse con autoridad en escena, y sabe cómo dirigirse y tocar al público con su profunda y penetrante voz.  Es un artista carismático, que sabe cómo matizar cada palabra y frase cantadas con movimientos que demuestran su apegó a la música. Aunque fue un programa breve, dejo satisfechos a los presentes comenzando con dos ciclos de canciones el llamado Michelangelo-Lieder del compositor austriaco Hugo Wolff (1860-1902) seguido del de Cantos y danzas de la Muerte de Modest Músorgski (1839-1881) que parece adaptarse muy bien a la profundidad de su voz.  Es un artista que sabe manejar con destreza los diferentes rangos y registros que le permite su tipo de voz, definiéndolo quizás como un manejo virtuoso e íntegro.  La segunda parte del concierto inicio con una sentida interpretación de la canción Deep River, un espiritual afroamericano, cuyo compositor es desconocido, pero que fue arreglada y popularizada por el compositor y arreglista Harry Thacker Burleigh (1866-1949) allá por el año de 1916.  De Gustav Mahler (1860-1949) se escuchó Ulricht. de su Sinfonía 2, seguida de la sentida Der Doppelgänger, una de las seis canciones pertenecientes a el canto del cisne (Schwanengesang) de Franz Schubert (1797-1828) demostrando afinidad y trazos del camino de óptimo liederista. Una pieza con la que demostró apego fue su interpretación del poema cargado de imágenes de profundo sentido, fue The Negro Speaks of Rivers, el poema de Langston Hughes, fue musicalizado por Howard Swanson (1907-1978). Como cierre a este programa, demostró su potencial vocal y crecimiento en intensidad que le permitió Die Frist um de la ópera Der fliegende Holländer de Wagner.   Personalmente me agradó mucho el acompañamiento y maestría del pianista Adam Nielse, quien acompañó al cantante en el recital. Supo adaptarse y crear complicidad con Ryan Speedo-Green, atravesando diferentes estados de ánimo, de los momentos más densos y oscuros a los más tenues y sentidos. Haciendo que el recital resultara todo un éxito.  Queda esperar y saber cuándo será transmitido por la cadena PBS, pero que muchos puedan disfrutar lo que pocos lo hicimos en este estudio televisivo.

Wednesday, January 3, 2024

La Fille du Regiment a Chicago

Foto: Lyric Opera Chicago / Michael Brosilow

Ramón Jacques

Civic  Opera House, Chicago Il. USA  L'associazione Opera America che riunisce i teatri d'opera del Nord America e che annualmente pubblica un resoconto statistico delle attività e dei diversi ambiti in cui lavorano le compagnie in ogni stagione, includendo un dato oggi cruciale come il budget a disposizione per operare, colloca la Lyric Opera di Chicago come secondo teatro più importante degli Stati Uniti (dopo il Metropolitan Opera), un fatto non da poco, che si riflette nel numero di titoli presentati e nella qualità e rinomanza degli artisti ingaggiati, a giudicare anche da quanto visto negli ultimi tempi in altri teatri importanti di questa regione con un livello artistico diminuito. Le cose sembrano non essere cambiate a Chicago, e ne è prova questa produzione della sempre brillante, ma vocalmente impegnativa, Fille du Regiment, opéra comique in due atti di Gaetano Donizetti, su libretto francese di Jules- Henri Vernoy de Saint -Georgez e Jean-François Bayard che ebbe la sua prima rappresentazione all'Opéra-Comique di Parigi nella Salle de la Bourse l'11 febbraio 1840. Per la parte scenica si è vista la produzione di Laurent Pelly, per la prima volta su questo palcoscenico, nonostante circoli da almeno quindici anni in vari teatri come la Royal Opera House, l'Opera di Vienna e il Metropolitan di New York, che l’hanno coprodotta, e tra gli altri l'Opera di San Francisco, dove per la prima volta è stata presentata nell'ottobre del 2009 con Juan Diego Flórez e Diana DamrauSi comincia già a notare il trascorrere degli anni, ma questo allestimento rimane comunque attuale perché è ormai un classico ed è uno spettacolo di riferimento, dato che se si pensa a questo titolo, oltre a quando lo si vede, viene subito in mente Natalie Dessay, una delle migliori interpreti del ruolo principale. Pieno di umorismo e invenzione, lo spettacolo colloca la trama all'interno di una sorta di libro di fiabe. I soldati camminano su enormi mappe che evocano anche le montagne del Tirolo. Marie stira mucchi di panni sporchi e sbuccia sacchi di patate, e Tonio entra nell'elegante salotto della marchesa in una vasca da bagno. Queste sono solo alcune delle idee di Chantal Thomas, tra le quali spiccano anche gli eleganti costumi militari e gli abiti disegnati da Pelly stesso. I dialoghi parlati taglienti e spiritosi (modernizzati da Agathe Mélinand) scandiscono una partitura che combina melodie militari orecchiabili (come la vibrante canzone del reggimento di Marie "Chacun le sait") con episodi di dolore, come "Pour me rapprocher de Marie» di Tonio. In questa occasione, alcuni dialoghi e affermazioni di Marie sono stati interpretati in spagnolo dalla protagonista, che lo ha fatto con tale rapidità dando un tocco di grazia insolito e inaspettato al personaggio. Qui l’interprete era il soprano Lisette Oropesa, che al suo debutto sull'ultimo dei palcoscenici importanti che doveva conquistare, si è distinta rivelandosi il miglior soprano lirico di coloratura di oggi. La sua voce ha qualità estese come colore, nitidezza, chiarezza nel fraseggio, musicalità e capacità di rendere delicati e impalpabili i piani cosa che va di pari passo con la sicurezza e l'emozione che sa trasmettere con l'emissione delle note più acute, come mostrato per tutta la recita. Resta a testimonianza l'esplosività con cui ha cantato "Salut a la France». Sul palco si è comportata come un personaggio impulsivo e bellicoso, come richiedeva la messa in scena, che si muoveva con disinvoltura. Lawrence Brownlee ha offerto una buona prestazione scenica e vocale come Tonio. La sua voce ha un colore gradevole, sfumato e rotondo, oltre a saper raggiungere con facilità le note più impegnative del suo ruolo, come in "Ah, mes amis." Tuttavia, gli applausi che il pubblico gli ha riservato non facevano pensare al bis della cabaletta "Pour mon âme" che si è capito fosse qualcosa di preparato in anticipo, forzato e per niente spontaneo. Passano gli anni e il baritono Alessandro Corbelli continua a interpretare i suoi ruoli con ammirevole naturalezza, maestria e comicità. Poco altro da aggiungere alla performance recitativa e vocale di un interprete che si è guadagnato un posto d'onore per la sua meritoria carriera. Ronnita Miller ha prestato eleganza e voce profonda al ruolo della Marchese e ottimi Joy Harmalyn nei panni della Duchessa di Crakentorp, Alan Higgs come Ortensio, e il resto degli interpreti dei personaggi minori. Le coreografie non hanno particolare rilevanza nella vicenda, ma fanno parte di questo allestimento e la loro attuazione è importante come la partecipazione del coro che invece in quest'opera è necessaria e fondamentale, un coro molto professionale e partecipativo quello diretto da Michael Black. Poche direttrici d’orchestra si sono esibite in questo teatro dai tempi di Emmanuelle Haïm nel 2007 con il Giulio Cesare di Händel, quindi la presenza di Speranza Scappucci è stata una boccata d'aria fresca, per la libertà che ha concesso ai musicisti, e per la musicalità e fluidità con cui ha reso l'allegro spartito.