Foto: Brescia&Amisano
Massimo Viazzo
La actividad
operística en el Teatro alla Scala volvió este mes de enero del 2021 con la
reposición de un montaje histórico de Così fan tutte, la ópera con la
que concluye la trilogía daponteana de Mozart. Se trata del espectáculo
firmado por Michael Hampe, visto por primera vez en Milán en 1983, y que
fue dirigido musicalmente en aquel entonces por Riccardo Muti (la producción
provenía del festival de Salzburgo de la mano del propio Muti), ahora dirigido escénicamente
por Laura Cantini, y que es un montaje respetuoso de la música y del
libreto además de ser muy preciso y elegante.
En esta ocasión, en la cual se conmemoraban los setenta años del
escenógrafo Mauro Pagano, quien falleciera prematuramente en 1988 y que
tanto aportara al teatro milanés, la puesta se vio demasiado deslucida, y con
una teatralidad aburrida. Así, la vitalidad de la trama pirandelliana
fracasó frente a una actuación estereotipada y poco empática. En el mismo
sentido, las expectativas en cuanto a la conducción de Giovanni Antonini
desilusionaron. Quien esperaba frescura, ligereza y transparencia de un director
proveniente de la música barroca, se fue decepcionado, ya que aquí todo sonó
pesado y banal. En el elenco estuvieron
presentes dos voces experimentadas, Eleonora Buratto y Pietro Spagnoli rodeadas
de prometedores cantantes jóvenes. Eleonora Buratto personificó una Fiordiligi
lírica y pertinaz, que mostró una línea de canto y un timbre seductor. También
estuvo muy bien cantada Dorabella por la joven canadiense Emily D’Angelo,
una mezzosoprano de timbre oscuro y comunicativa calidez. Segura de sí misma, y
nunca caricaturesca estuvo Federica Guida interpretando a una simpática
Despina con un fraseo muy cuidado y un sonido bien apoyado. Pietro Spagnoli
delineó un extrovertido Don Alfonso, con un timbre pleno y redondo, perfecta
dicción, y estuvo menos pérfido de lo normal. Otros dos cantantes jóvenes
completaron el elenco, el barítono lombardo Alessio Arduini quien prestó
su voz a un Guglielmo contundente y también audaz; y el tenor ruso Bogdan
Volkov, cuya línea de canto pareció no ser técnicamente refinada, pero cuyo
Ferrando logró emocionar en los momentos más melancólicos. El próximo 20 de febrero, el Teatro alla
Scala ofrecerá un nuevo título, Salome de Richard Strauss, con la nueva y muy
esperada producción de Damiano Michieletto bajo la conducción de Zubin
Mehta, quien debutó con este mismo título en el máximo teatro italiano en
el año 1974.