Foto: Lyric Opera Chicago / Michael Brosilow
Ramón Jacques
La asociación Ópera America
que agrupa a los teatros de ópera de Norteamérica y que anualmente emite un
recuento estadístico sobre las actividades y diferentes rubros de las compañías
cada temporada, incluido un dato hoy crucial como es el presupuesto con el que
cuentan para operar, sitúa a la Lyric Opera de Chicago como el segundo teatro
más importante en Estados Unidos (después del Metropolitan Opera), un dato no
menor, que se ve reflejado en la cantidad de títulos presentados y en la
calidad y renombre de los artistas contratados, y que a juzgar por lo que se ve
en tiempos recientes en diversos teatros importantes de esta region, su nivel
artístico lamen disminuido. Las cosas
parecen no haber cambiado en Chicago, y prueba de ello es esta producción de la
siempre ligera, pero vocalmente demandante, La
Fille du Regiment la opéra comique en
dos actos de Gaetano Donizetti, con libreto en francés de Jules-Henri Vernoy de
Saint-Georgez y Jean-François Bayard que fue estrenada por a la Opéra-Comique
de Paris en la Salle de la Bourse el 11 de febrero de 1840. En la parte escénica, se vio la producción de Laurent Pelly, vista por primera
ocasión en este escenario, que aunque ya tiene al menos quince años circulando
por diversos teatros como en la Royal Opera House, la Ópera de Viena y el
Metropolitan de Nueva York, que la coprodujeron, entre otros, como la Ópera de
San Francisco, donde la vi por primera vez en octubre del 2009, con Juan Diego Flórez y Diana Damrau. Comienza a notarse ya el paso de los años
en ella, pero se mantiene vigente por ser ya montaje clásico y una referencia,
cuando se piensa en este título, además de que al verla viene inmediatamente a
la memoria, la imagen de Natalie Dessay,
una de las mejores intérpretes del papel estelar. Plena de humor e invención,
sitúa la trama dentro de una especie de libro de cuentos. Los soldados caminan sobre inmensos mapas que
además evocan el montañoso Tirol. Marie
plancha montones de ropa sucia y pela sacos de papas, y Tonio entra al elegante
salón de la marquesa en un tanque, estos son algunos de los conceptos ideados
por Chantal Thomas, en el que
destacan los elegantes vestuarios militares e indumentaria ideada por el propio
Pelly. El diálogo hablado, nítido e ingenioso (modernizado por Agathe Mélinand)
marca una partitura que combina melodías militares pegadizas (como la vibrante
canción de regimiento de Marie 'Chacun le
sait') con episodios de dolor, como el ‘Pour
me rapprocher de Marie' de Tonio. En esta ocasión algunos diálogos y
reclamos de Marie, fueron realizados en lengua española por la protagonista que
lo hacía con mucha velocidad, lo que le dio un inusitado e inesperado toque de
gracia al personaje. Esa interprete fue la soprano Lisette Oropesa, que en su debut en el último de los escenarios
importantes que le quedaban por conquistar, sobresalió en muchos demostrando
ser la mejor soprano lirico coloratura de la actualidad. Su voz cuenta con amplias cualidades como el
color, la nitidez, la claridad en el fraseo, la musicalidad y los delicados y
sutiles pianos que van hasta la
seguridad y emoción que transmite con la emisión de las notas más agudas que
evidenció a lo largo de la función. Queda como testimonio la su explosividad
con la que cantó "Salut A La
France" En escena actuó al personaje impulsivo y belicoso como
requiere la puesta, que sacó adelante con desenvoltura. Lawrence Brownlee tuvo un buen desempeño escénico y vocal en el
papel de Tonio. Posee un grato color vocal, matizado y redondo, ademas de que
es capaz alcanzar las exigentes notas de su papel con facilidad como en "Ah, mes amis” Sin embargo, el aplauso
que le dio el público no ameritaba que se bisara la cabaletta ‘Pour mon âme' y se entendió que era algo preparado de
antemano, forzado y nada espontaneo. Pasan los años y el barítono Alessandro Corbelli sigue interpretando
sus papeles con admirable naturalidad, maestría y comicidad. Poco más que
agregar al desempeño actoral y vocal, de un intérprete que se ha ganado un lugar
de honor por su meritoria carrera. Ronnita Miller prestó elegancia y voz
profunda al papel de la Marques; y bien estuvieron Joy Harmalyn como la Duquesa de Crakentorp, Alan Higgs como Hortensius, y el resto de los interpretes de los
personajes menores. No son de especial relevancia para la historia las
coreografías de los bailarines de ballet, pero forman parte de la puesta y se
reconoce su actuación, como si lo es para la historia la participación del
coro, que en esta ópera es necesaria y fundamental. Un coro muy profesional y
participativo que dirige Michael Black. Pocas directoras de orquesta se han
presentado en este foso desde que lo hiciera en el 2007 Emmanuelle Haïm con la
ópera Giulio Cesare de Handel, por lo que la presencia de Speranza Scappucci fue una bocanada de aire fresco, por la libertad
que permitió a los músicos, y por la musicalidad y la fluidez que imprimió en
su lectura a la alegre partitura.
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