Fotos: Jean-Louis Fernandez
Ramón Jacques
Como tercer título del festival
operístico de primavera que presento la Ópera de Lyon, en su edición del
2024, porque se asemejaba a la temática
de las cartas – hay que recordar que Minnie utiliza las
cartas y revolver en mano para quedarse con el bandido Dick Johnson - al
igual que las otras dos obras ofrecidas
a lo largo de un mes, como también para homenajear al compositor Giacomo
Puccini (1858-1924) en el centésimo
aniversario de la muerte del compositor se puso en escena, por primera vez en
el escenario de Lyon, una de sus óperas menos representadas y populares en la
actualidad: La Fanciulla del West, opera en tres actos con libreto de Guelfo
Civinini y Carlo Zangarini basada en la obra The Girl of the Golden West de
David Belasco. Cabe señalar que después
del estreno de Madame Butterfly en 1904, Puccini se encontraba sin un libreto
en el cual trabajar, por lo que decidió explorar el tema de una historia que
ocurría del otro lado del Atlántico, cuyo estreno se realizó precisamente fuera
de Europa, en Nueva York el 28 de julio del 2010. La puesta en escena de esta obra presenta
varias dificultades tanto en la parte orquestal, como en la vocal que requiere
una extensa lista de cantantes, encabezada por tres sobresalientes cantantes y
una puesta en escena coherente y acorde a la historia y el lugar donde se
desarrolla la historia. Lamentablemente,
parece que, desde el punto de vista de los directores escénicos europeos, la
trama continúa considerando como una historia exótica, lejana, y en la mayoría
de los casos es aborda de una manera irónica, desinteresada, incluso
desinformada. (recuerdo una producción en la Scala hace algunos años que de
manera equivocada utilizaba imágenes del desertico Monument Valley para
representar el viejo oeste, cuando este se ubica en el límite de los estados de
Utah y Arizona, no en California). En
esta ocasión nos encontramos frente a la producción escénica de la Tatjana
Gürbaca, quien destaca como fortaleza haber trabajo y montado obras con
personajes femeninos vigorosos y con carácter como: Jenůfa, Katja Kabanova,
Carmen y Salomé, como lo es Minnie abordando la ópera de Puccini con una mirada
contemporánea. Su puesta en escena
parece no convencer completamente, ya que trabajo en un espacio reducido,
ideado por Marc Weeger, que consiste en una plataforma giratoria, donde
se amontonan todos los personajes, que caminan inexplicablemente sobre una
pasarela, que representa también la barra de un bar. Del otro lado de la plataforma, en un espacio
vacío aparece lo que simula ser la casa de Minnie. En un trabajo, arduo, conceptual, y de mucha
sobreactuación. Los vestuarios no son tampoco el fuerte de esta producción, ya
que están cargados de estereotipos en la manera que caracterizan a los
indígenas americanos, a los mineros, y personajes como Jack Rance que utiliza
un enorme abrigo, o los extravagantes y brillantes vestuarios dorados, poco
lucidores creados por Dinah Ehm para el personaje de Minnie. La iluminación de Stefan Bolliger, fue
adecuada, y por momentos su manejo de los claroscuros o un color entre
amarillento y color sepia daban la impresión de que la escena se trataba de una
transmisión cinematográfica antigua. En
resumen, se trató de una ocasión perdida con un montaje que no logró convencer
o agradar completamente. En la parte vocal, sorprendió la soprano Chiara
Isotton, quien cantó de manera sobresaliente al arduo papel de Minnie, con
vigor fortaleza, una voz clara de buen timbre y color, y admirable y segura
proyección de las notas más agudas que le permitió la partitura. Una artista muy completa que supo darle
carácter y nobleza y convicción al personaje.
El tenor Riccardo Massi, cantó con voz de buena proyección,
cálida, vigorosa y corpulenta que supo manejar muy bien, a pesar de lucir algo
estático en escena. Por su parte el
barítono Claudio Sgura, personificó un enérgico y maléfico, por momentos
algo sobreactuado Jack Rance, con un desafortunado vestuario y abrigo como ya
se mencionó, pero que vocalmente cumplió de manera satisfactoria en su
rendimiento vocal, cantando con brío y profundidad. Buen desempeño tuvo el coro del teatro, que
dirige Benedict Kearns, y correctos y participativos estuvieron en sus
desempeños individuales y en conjunto, la larga lista de cantantes que
conforman el elenco como: el bajo Rafael Pawnuk como Ashby, el
barítono Allen Boxer como Sonora, el notable barítono chileno Ramiro
Maturana en el papel de Bello, el tenor Robert Lewis como Nick, el bajo
Matthieu Toulouse como Sid, y la mezzosoprano Thandiswa Mpongwana que
personificó a Wowkie, así como correctos estuvieron el resto de los demás
intérpretes. Una de las fortalezas de este teatro se encuentra en su orquesta,
que tuvo un sobresaliente desempeño bajo la emocionante conducción de su titular el
maestro Daniele Rustioni, que el día anterior había conducido de manera
notable la Dama de Picas, y que fue capaz de cuidar y resaltar todas las
sutilezas y matices que ofrece la partitura logrando contagiar a los músicos y
emocionando al público presente.
No comments:
Post a Comment
Note: Only a member of this blog may post a comment.